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Sinopsis
Tlayucan (1962) se desarrolla en un pequeño pueblo rural en Morelos, México. La historia está protagonizada por Eufemio, un campesino que se pone desesperado cuando su hijo se enferma y no pueden pagar el tratamiento. Decide robar una perla de la imagen de Santa Lucía de su iglesia local. Cuando lo descubren, el pueblo tiene que decidir si lo castiga o lo deja ir.
Aunque Tlayucan no es más que el segundo proyecto dirigido por Luis Alcoriza, a este punto de su carrera no era ningún novato en la industria cinematográfica. A finales de la década de 1950, era uno de los guionistas más respetados de México, conocido por su colaboración repetida con Luis Buñuel en películas como Los olvidados, El ángel exterminador y Él. Aunque el nombre de Alcoriza no es tan conocido como el de otros colaboradores de Buñuel como Jean-Claude Carrière, quien trabajó con él en la mayoría de sus películas francesas, Alcoriza es igual o más importante para el éxito de su carrera. Antes de trabajar en México, Buñuel había triunfado con cortometrajes mudos como Un Chien Andalou y Las Hurdes. Pero desde el final de la era del cine mudo, no consiguió hacer otra película tan impactante como aquéllas. Cuando conoció a Alcoriza, un español más joven que él que también tuvo que huir de la Guerra Civil Española e instalarse en México, pudo desatar su potencial. Ambos extranjeros en una tierra extraña y con un sentido del humor igualmente negro, Alcoriza ayudó a reinventar la carrera de Buñuel.

Con Tlayucan, Alcoriza intentaba hacer lo mismo con la industria cinematográfica mexicana. La primera frase del cuaderno de prensa describió la película como un “nuevo concepto de la cinematografía mexicana”. La industria mexicana necesitaba una renovación. Aunque en 1960 se hicieron 90 películas mexicanas, la cifra disminuyó drásticamente al año siguiente, cuando sólo se hicieron 48. Como mencioné anteriormente en mi artículo sobre Ánimas Trujano, la Época de Oro estaba decayendo. Los estudios estaban cerrando y, gracias a una decisión miope en 1945 de negar la entrada a cualquier nuevo miembro del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica en un intento de asegurar medios de trabajo para sus miembros, era difícil encontrar a gente nueva y, a su vez, nuevas ideas quince años después. No es extraño que la película de Alcoriza que pretendía revitalizar la industria se centrará en un campesino y dedicado miembro de su gremio y en un pueblo que necesitaba aprender una lección en solidaridad.
Alcoriza rompe con las tendencias narrativas de las películas sobre el México rural que habían estado establecidas desde el inicio de la Época de Oro. Antes, para retratar pueblos rurales que necesitaban desesperadamente un cambio, los cineastas recurrían al forastero entendido. El médico, el maestro o el cura enriquecen a los ignorantes gracias a su educación y sus viajes. Río Escondido, por ejemplo, es una de las películas más exitosas de la Época de Oro. Es la historia de una joven maestra que, con su determinación, obliga a los campesinos a aprender y a ascender en la escala social. En Tlayucan, eso no es necesario. La escuela se menciona una o dos veces, pero sus efectos parecen inexistentes. Mientras tanto, el médico parece más complaciente que nada. Cuando atiende al hijo de Eufemio, le dice simple y lamentablemente que no puede hacer nada si no le paga. No hay nada particularmente cruel en este hombre. No es una caricatura ni un cruzado, es sólo un hombre haciendo su trabajo.
Lo mismo ocurre con el cura del pueblo, a quien se dedica el mayor espacio en pantalla de todos estos posibles héroes. Alcoriza le dedica el mismo tiempo a sus virtudes que a sus defectos. El padre Aurelio se muestra como alguien que no puede dedicarse a ninguna causa. Su trabajo en la iglesia debería exigirle pensar en las grandes cuestiones de la vida, pero en realidad, la institución trabaja para mantenerlo hundido en la rutina. Sólo se preocupa de limpiar la iglesia, decir misa, escuchar la confesión y juntar el dinero suficiente para la perla. En ningún momento sus palabras parecen tener gran influencia en la mente de los ciudadanos. Puede hacer que paguen por la perla, pero no puede hacer que realmente quieran hacerlo.

Pero aún así, Alcoriza nos da espacio para simpatizar con el padre Aurelio. Cuando habla con los hombres que han sido humillados públicamente por no contribuir al precio de la perla, les dice que como cura tiene que ser severo, pero como hombre es muy comprensivo. El ser cura sólo le crea una barrera para entender al hombre común y así, sin quererlo, nunca podrá conectar con esa gente ni conmoverla. Los únicos personajes de la película que son realmente ridiculizados y caricaturizados son los turistas ricos que llegan al pueblo. Vemos cómo obligan al hijo de Eufemio a hacer trucos para ellos y, más tarde, cuando un grupo de turistas estadounidenses visita la iglesia de Tlayucan, denuncian a Eufemio por robar la perla. Puede que tengan buenas intenciones, pero estos turistas sólo causan problemas.
En este mensaje velado a la industria cinematográfica mexicana, Alcoriza está diciendo que la industria no necesita mirar hacia un desconocido efímero y conocedor. Lo que Tlayucan necesita no es un líder, sino una fuerza que una a estos hombres para que Eufemio, un hombre al que recientemente se le ha negado trabajo tras defender los derechos de su gremio, y otros como él no acaben olvidados. Un objeto puede cambiarlo todo y no es uno industrial traído de las granjas ricas ni una cámara fotográfica dejada por turistas americanos. Es algo natural, perteneciente a la tierra: la perla. Esta perla importa mucho pero no como cree la Iglesia. Los milagros que aporta existen totalmente fuera del ámbito de la Iglesia o de sus santos.
Es un toque cómico pero conmovedor que casi inmediatamente después de robarla, uno de los cerdos de Eufemio se coma la perla. La perla vuelve a la Tierra. El vínculo de la perla con el pueblo es superior a su vínculo con Santa Lucía. El regreso de la perla es una ocasión de alegría que obliga a los habitantes del pueblo a cambiar para bien. Mientras esperan a que los cerdos expulsen la perla, empiezan a reflexionar sobre su situación. ¿Merece ir a la cárcel un hombre bueno como Eufemio? ¿Deberíamos salir en su defensa? Estos pensamientos no son provocados por un cura ni un maestro, pertenecen al hombre común. Alcoriza lo subraya con su uso creciente de los planos de grupo sobre los primeros planos a medida que avanza la película. El principio se centra en personajes individuales como Eufemio o el padre Aurelio, pero la segunda mitad se centra en el pueblo en general. Es un trabajo de cámara casi anti-Gabriel Figueroa. Alcoriza no crea bellos retratos de sus protagonistas con fondos de cielo misterioso. Alcoriza se centra en la gente y en la tierra.

La perla permite a este pueblo liberarse por fin de las restricciones políticas y sociales. Al igual que Eufemio había defendido sus intereses, sus amigos deciden hacer lo mismo por él. Después de horas vigilando y esperando a que aparezca la perla, se dan cuenta de que Eufemio es un hombre bueno y de que puede trabajar para cancelar la deuda en lugar de ir a la cárcel por ello. Incluso Don Tomás, el terrateniente avaro, decide pagar el tratamiento de su hijo. Una subtrama de la película protagonizada por una vieja solterona adinerada y un mendigo ciego muestra la liberación sexual provocada por la perla. Originalmente una mujer frígida, traspasa las fronteras sexuales y de clase y comienza una relación con este mendigo errante. Aunque acaban casándose a instancias del cura, no es una unión tradicional. Cuando el cura le pregunta antes de la boda si le ama, ella responde: “¿Cómo voy a saberlo?”. No es el tipo de amor sobre el que ha leído, es diferente pero totalmente natural y fuera de los ideales de la Iglesia.
Tras resolver los conflictos del pueblo, la mujer de Eufemio encuentra por casualidad la perla en su jardín, donde pertenece. Cuando se la muestra a Eufemio, deciden devolverla en secreto a la iglesia. Entonces, en una imagen idéntica a la escena inicial, suenan las campanas de la iglesia. Vemos a la gente del pueblo entrar y asistir al milagro. Todos creen que este milagro es cristiano, pero su reaparición se produjo fuera de sus puertas. Alcoriza resta aún más importancia a la Iglesia con el plano final: un grupo de cerdos caminando juntos. Al principio de la película, Eufemio se vio obligado a vender algunos de sus cerdos, separando a algunos lechones de sus madres. Ahora, vuelven a estar juntos. Puede parecer que el progreso se crea a través de instituciones creadas por los hombres, pero los objetos terrenales contienen más poder que ellos. Una perla puede desatar una fuerza y una solidaridad que ya estaban vivas pero latentes en el pueblo.



2 responses to “Los Objetos Heroicos de Tlayucan”
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[…] del país. Alcoriza dirigió varios clásicos, entre ellos la película nominada al Oscar, Tlayucan, sobre un hombre pobre que se vuelve criminal en un intento desesperado por curar la enfermedad de […]
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