Culpabilidad Y Soledad En La Mujer Sin Cabeza

For the English version, click here

Sinopsis

La Mujer Sin Cabeza (2008) sigue a Vero, una mujer de clase media alta que ve cómo su mundo se pone patas arriba cuando golpea algo con el coche. Sin saber si simplemente ha atropellado a un perro o a una persona, sus rutinas empiezan a desintegrarse y ella se desmorona discretamente.

La última película de la Trilogía de Salta, La Mujer Sin Cabeza, se distingue de las demás. Apunta el foco de atención hacia un personaje y lo mantiene fijo durante los 90 minutos. Mientras que La Ciénaga y La Niña Santa compartían la perspectiva de todo un conjunto, el enfoque láser de Martel en la caída psicológica de un personaje genera su película más introspectiva de la serie. Está claro que, al centrarse en la culpa de una mujer por un accidente que cambió su vida, nos permite comprender mejor a toda una generación.

Situada en los años 90, La Mujer Sin Cabeza se enfrenta a la culpa colectiva de los burgueses por los crímenes pasados de Argentina. Aunque los horrores de los años setenta habían quedado atrás, sus efectos todavía no se habían superado. La política de olvido del presidente Menem antepuso la reconciliación nacional a la impunidad cueste lo que cueste. Durante su mandato, Menem indultó a varios altos cargos del ejército y trató de empoderar a la clase media-alta que había salido completamente indemne de los años 70 gracias a su propio tipo de reforma neoliberal populista. El accidente de Vero es un microcosmos de este proceso de violencia y absolución estatal.

La Mujer Sin Cabeza

Al principio todo parece normal. Vero conduce sola hacia su casa tras un día agradable con amigos y familiares cuando, de repente, choca con algo. Detiene el auto, se tranquiliza, no mira atrás y se marcha. Un rato más tarde, cuando se detiene para salir e inspeccionar el auto, comienza una tormenta y, de repente, la lluvia borra cualquier evidencia de que algo ocurrió. Desde la perspectiva del espectador, el plano no cambia. No tenemos ningún plano fijo, frontal ni aéreo del accidente. Como en la mayoría de los crímenes de la Argentina del pasado, los autores son los únicos que realmente saben lo que pasó, mientras que el resto de nosotros nos quedamos con la sensación de que algo siniestro está sucediendo. Como siempre, el sonido, para Martel, también sirve para conectar este crimen con una injusticia mayor. Mientras Vero conduce, suena en la radio una canción popular de los años setenta, “Soley Soley”. Sus crímenes parecen transportarla al pasado.

El resto de la historia se desarrolla como una especie de alegoría de la culpa de la clase media en Argentina. Es algo que Vero siente profundamente, pero el tipo y las circunstancias de su crimen la dejan casi libre de impunidad. Deja a todos los que la rodean perplejos, incluido el público. Por mucho que queramos y deseemos, nunca sabremos lo que ella golpeó. La realidad es elusiva. Como ha detallado Martel, “mi cine tiene esta dimensión política. Demuestra que se puede transformar el mundo combinando la propia voluntad con la de los demás. La realidad es algo de lo que somos autores, no algo que existe. Es algo que hemos construido, y si lo hemos construido de una manera, también podríamos construirlo de otra”.

La Mujer Sin Cabeza

Intenta engañarnos varias veces. Cuando Vero se marcha, parece que hay huellas de manos en su ventanilla, posiblemente de la víctima. Más tarde parecen ser huellas de patas. Nadie le pregunta nada a Vero. El día del accidente, deja el coche y nunca explica a sus amigos y familiares dónde lo ha dejado. Aunque puedan sospechar en privado, a ellos también les gustaría dejar cualquier crimen en el retrovisor. Cuando Vero intenta contárselo a su marido, él le asegura desesperadamente que casi seguro que atropelló a un perro. Vero continúa su vida como una sonámbula y permite que los hombres dominantes de su vida la alejen de la culpa. Todos la protegen. Los registros hospitalarios de su visita el día del accidente son borrados, así como el registro de su estancia en el hotel con su amante ese día. Recuerda al final de American Psycho, el clásico slasher satírico de Mary Harron. Al igual que Patrick Bateman, recuerda haber cometido un crimen violento, pero se le borran todas las pruebas y consecuencias. Esta zona gris sólo le deja dos opciones: o es una asesina o está loca.

Es en este drama psicológico donde Martel muestra que las consecuencias siguen existiendo. He hablado mucho del carácter omnipresente de los crímenes de la Guerra Sucia, pero esta película no se hizo en los años 70 ni en los 90, bajo Menem. En la década de 2000, las actitudes y las leyes estaban cambiando. En 2003, el Congreso argentino anuló las leyes de impunidad de 1986 y 1987, y en 2010 la Corte Suprema declaró inconstitucionales los indultos de Menem. Puede que Vero no se enfrente a un castigo en los tribunales, pero sin duda lo hace en casa. Antes del accidente, era muy activa en su vida social. Después, se vuelve distante y desvinculada de la gente que la rodea. Lo peor de todo es que se da cuenta de que su distancia no tiene ningún efecto en la gente que la rodea. Las rutinas domésticas de su amante y su marido no se ven interrumpidas por su falta de conversación. Pueden continuar su vida sin su ayuda.

La Mujer Sin Cabeza

Vero es la protagonista más solitaria que puede existir en una película. Aunque la película y su política son absolutamente del estilo de Martel, Vero parece arrancada de una película de Chantal Akerman. Sus rutinas lánguidas y solitarias de clase media parecen apropiadas para Jeanne Dielman y su creciente distancia expresada principalmente a través del sonido, o la falta de él, la sitúan directamente en Noticias de Casa. En varias ocasiones, Vero parece permanecer inmóvil mientras la gente que la rodea cotillea, trabaja y se estresa. Como podría observar cualquier fan de Akerman, el patriarcado puede proteger a Vero de las duras consecuencias del estado, pero no de la soledad insoportable de la feminidad.

La película termina con Vero yendo a una fiesta con su familia y amigos en un hotel. A diferencia de la primera escena de la película, en la que se la veía riendo y hablando con sus amigos, ahora se muestra completamente impasible y desconectada. Como es habitual para Martel, el sonido de la música de la fiesta comienza a interrumpirse como la radio de un coche antiguo y la imagen se vuelve más borrosa hasta que se desvanece. Algún día ese sonido se apagará completamente y Vero estará totalmente perdida. La realidad en el mundo de Martel es frágil, pero lo único en lo que podemos confiar es que la vida de Vero se está pudriendo desde dentro.

One response to “Culpabilidad Y Soledad En La Mujer Sin Cabeza”

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s

%d bloggers like this: