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Sinopsis

La Niña Santa (2004) se trata de una adolescente, Amalia, que vive con su madre en un deteriorado hotel balneario de Salta. Cuando un grupo de doctores llega para una convención médica, ella se obsesiona con salvar a uno de ellos, el Dr. Jano, después de que él la acosa en medio de una multitud. Pero pronto se produce un triángulo amoroso entre el Dr. Jano, Amalia y su madre.

En la década de 2000 se produjo en América Latina una ola de directoras que nunca antes se había visto. La más destacada de estas directoras es, sin duda, Lucrecia Martel, sobre cuya ópera prima, La Ciénaga, escribí anteriormente. Su Trilogía de Salta exploró y cuestionó los roles de género, así como la opresión del patriarcado. La Niña Santa ofrece una visión mucho más compleja del deseo y sus límites con una historia que subvierte la estructura narrativa patriarcal. Si Nabokov hubiera decidido escribir Lolita desde la perspectiva de la joven y luego le hubiera dado una pasión complicada y a veces siniestra, estaría cerca de La Niña Santa.

Pero a pesar de su pasión oscura, Martel ha descrito la película como algo autobiográfico. Martel ha dicho: “Lo que pongo en ella es mi experiencia personal en la vida, mis recuerdos. Cuando era adolescente, era una persona muy religiosa. Pensaba que tenía una relación especial con Dios o con cualquier cosa que estuviera ahí arriba. Ahora, no creo en los milagros, pero sí en la emoción que sientes ante un milagro: la emoción de algo inesperado que se te revela”. Amalia representa a todas las niñas en ese periodo entre la edad adulta y la infancia en el que las pasiones se hacen más maduras pero nuestra imaginación no.

Esta no es la típica historia de la joven que ha madurado más allá de su edad y seduce sádicamente a un hombre inocente y bienintencionado. Amalia tiene poder, pero es una niña. En la escena inicial, ella y sus amigas bromean sobre su profesor de religión, preguntándose incesantemente sobre su vida sexual. Más tarde, juegan a una pelea de agua con unos chicos de su edad. Es una diversión inofensiva. Su deseo sólo existe en sus mentes. Esto cambia cuando Amalia va a un espectáculo de theremin en la calle y el Dr. Jano se frota contra ella en medio de la multitud, sin que nadie lo sepa. Sus razones para hacerlo no se exploran y son francamente poco interesantes. Cualquier hombre que hace esto quiere encontrar el control, así de simple. Lo que el evento provoca en Amalia es mucho más interesante. El asalto crea una sensación de posibilidad para ella, pero no bajo las condiciones de él. Ella encuentra su propio control en este deseo floreciente. Su conexión especial con Dios podría permitirle salvarlo. Como ella dice, es su misión sagrada.

Representa un deseo desinhibido por las normas sociales, a diferencia de su madre, Helena, quien se adhiere a las exigencias del patriarcado. El problema auditivo de Helena habla de su necesidad de compensar estas deficiencias con una obsesión visual poco saludable. La vemos bailar sola frente a un espejo, su imagen atrapada para siempre en un acto diseñado para complacer a los hombres. En cambio, Amalia utiliza otros sentidos, como el tacto y el oído, para atraer a Jano. Agarra la mano de Jano y se siente especialmente atraída por la música del theremín. Cuando por fin agarra la mano del Dr. Jano, muy a su disgusto, es cuando el theremin toca “La Habanera” de la ópera Carmen de Georges Bizet. Sus similitudes con la libre Carmen son evidentes cuando finalmente da el salto y ejerce su control sobre el Dr. Jano. Para Martel, el sonido es casi más importante que los efectos visuales para crear una historia subversiva.

Como dice Martel: “Cuando vemos una película de terror o cualquier otro tipo de película que nos impresione, podemos cerrar los ojos para evitar ver un apuñalamiento, o un tiroteo, o un accidente de coche o cualquier otra cosa por el estilo… En una sala de cine, sin embargo, no podemos evitar el sonido. El sonido en el cine siempre ha estado descalificado, quizá, porque nuestra sociedad se ha organizado mucho más en torno a las percepciones visuales”. Quizá por eso el Dr. Jano se siente tan desanimado por el avance de Amalia. No sólo el simple acto sirve para anular su propia búsqueda de control, sino que la banda sonora que lo acompaña, la de una mujer que no quiere ser mantenida, lo hace insoportable.

La relación de Amalia con el Dr. Jano no es la única que está plagada de deseos oscuros. Su íntima amiga Josefina representa otro fin de las posibilidades. Al situar La Niña Santa durante la presidencia de Alfonsín en los años ochenta, Josefina, que anima a Amalia a ser libre, representa la promesa de libertad económica y democrática. Al rodar la película después de la devastadora crisis económica de 2001, esa promesa también parece frágil. Josefina está llena de ambiciones insatisfechas. Está claro, por la forma en que mira y abraza y besa constantemente a Amalia, que le gustaría avanzar en la relación y su incapacidad para hacerlo la hace incapaz de mantener una amistad honesta. Este desbordante deseo sexual se ve violentamente truncado cuando Josefina, en un intento de ocultar su relación incestuosa con su primo, rompe su promesa a Amalia y cuenta a su familia su relación con el Dr. Jano.

La película termina con Josefina, la amiga hipócrita, diciéndole a Amalia que siempre cuidará de ella. Todavía no hemos visto a los padres de Josefina contarle a Helena lo que ha estado ocurriendo entre el Dr. Jano y su hija. A nosotros, los espectadores, se nos deja imaginar cómo serían esos momentos culminantes, cuestionando así nuestro poder para hacer avanzar la historia. Aunque muchos de nosotros hayamos juzgado las tácticas hostiles de Amalia, nuestra curiosidad para saber cómo la noticia afectará a todos nos convierte en los voyeurs del voyeur. La idea central de Martel es que incluso el deseo de una joven invisible puede ser poderoso se hace realidad con nosotros. De repente, Martel demuestra que el deseo del público puede cambiar el futuro de su historia.