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Esta semana me centraré en Paraguay y mi tema será “Tortura y agitación en Paraguay”. Espero que todos disfruten del amplio alcance de la historia esta semana, ya que no es habitual que entre en la historia anterior al siglo XX.
Sinopsis
La Sangre y la Semilla (1959) cuenta la historia de Paquita, una viuda embarazada de la Guerra de la Triple Alianza que, tras visitar la tumba de su marido, rescata a un soldado herido. Ambos se cuidan mutuamente, pero unos peligrosos soldados argentinos les persiguen frente a su casa.
El Paraguay Independiente y la Guerra de la Triple Alianza

José Gaspar Rodríguez de Francia suele ser considerado un padre fundador de Paraguay y fue el primer dictador del país. De Francia, uno de los tres principales gobernantes del siglo XIX, fue considerado por sus contemporáneos de la élite y por los historiadores tradicionales como un dictador despiadado que aisló a Paraguay del contacto con el exterior y cuyo gobierno rígido destruyó a todos los que se le opusieron. También defendió la independencia de Paraguay frente a la hegemonía española y argentina y redactó la primera constitución de Paraguay que el Congreso aprobó en octubre de 1813. A diferencia de otros estados hispanoamericanos tras la independencia, el gobierno de De Francia fue estable, eficiente y honesto, pero al morir no dejó sucesor.
En marzo de 1841 el Congreso eligió a Carlos Antonio López como primer cónsul, tras muchos intentos de golpe de estado, y en 1844 otro congreso lo nombró presidente. Ocuparía el cargo hasta su muerte en 1862. A diferencia de De Francia quien se imaginaba a sí mismo como el primer ciudadano de un estado revolucionario, López utilizó el estado todopoderoso para enriquecerse a sí mismo y a su familia. Se convirtió en el mayor terrateniente del país. Bajo el mandato de López se construyeron los ferrocarriles de Paraguay, se mejoró la defensa nacional y aumentaron las relaciones exteriores. Mientras De Francia prefería una política de neutralidad para preservar la independencia paraguaya, López comenzó a meterse en la política argentina con el apoyo del gobierno brasileño. López permitió que las controversias no resueltas y las disputas fronterizas con Brasil y Argentina se encontrasen. Estos dos países habían tolerado la independencia de Paraguay, pero el antagonismo de López estaba dando a estos países una razón para unirse.

En 1862, López murió y su hijo Francisco Solano López se convirtió en el dictador que algunos describieron como “un monstruo sin igual”. Llevaría a Paraguay a la Guerra de la Triple Alianza. Brasil precipitó el conflicto con la invasión de Uruguay. En respuesta, el dictador paraguayo Francisco Solano López cerró el río Paraguay al tráfico brasileño, se apoderó de un barco de vapor brasileño, invadió la provincia brasileña de Mato Grosso e ignoró la denegación de permiso de Argentina para cruzar la región de Misiones y atacar la provincia de Rio Grande do Sul en Brasil. La victoria de los Colorados, el partido liberal en Uruguay que Brasil apoyaba, junto con la ira argentina por la invasión de su territorio por parte de Paraguay, la preocupación por el creciente poder de Paraguay y los ataques militares contra Brasil llevaron a una alianza de Argentina, Brasil y Uruguay, y declararon la guerra contra Paraguay el 1 de mayo de 1865. Desde el inicio de la guerra, López dirigió sus propios ejércitos y luego, tras los primeros desastres, asumió el rol de comandante de campo. Su uso de medidas brutales para continuar la guerra, incluyendo el reclutamiento de jóvenes, su intolerancia a los desacuerdos, y la ejecución, encarcelamiento y tortura de oficiales, funcionarios del gobierno y sus familiares durante el último año de la guerra lo revelaron como un dictador desesperado y cruel. Sin embargo, su lucha por defender a Paraguay contra todo pronóstico lo convirtió en un héroe nacional. Al final, Paraguay fue derrotado, aunque siguió siendo independiente. La guerra destruyó medio siglo de desarrollo económico y hasta el 90% de la población masculina murió.
El Hombre Paraguayo

Con la pérdida increíble de vidas que se produjo en Paraguay, esta película, que fue la primera en tratar la guerra, tuvo que abordar el tema con delicadeza. El director optó por mostrar que de esa sangre surgió una semilla. Necesitaban mostrar que sus muertes no fueron en vano, sino que estaban llenas de honor. Ningún paraguayo en esta película actúa con menos valor que Bolívar o Washington. Lo menos que puede hacer el director es darles honor en la muerte. El marido de Paquita la abandona a pesar de que está esperando un hijo suyo porque sabe que su deber hacia la patria es mayor que su amor individual. Más adelante en la película, cuando muere, grita “¡Viva el Paraguay!”. La solidaridad está siempre en su mente y está claro que su muerte es por el bien de los demás. No es el único hombre que se atiene a este código de honor. El soldado herido al que Paquita atiende puede haber necesitado un tiempo para llegar a esa altura, pero lo hace con paso firme. Ocupa el lugar de su marido. Cuando Paquita está teniendo el bebé, él se queda fuera paseando nerviosamente como lo haría cualquier marido de esa década y cuando el bebé nace en silencio, él entra corriendo. Es él quien lo abofetea hasta que por fin se oye un grito y Paquita puede estar tranquila. Una vez recuperada su salud, arriesga su vida mientras el ejército argentino está fuera para conseguir comida para Paquita. Aunque la tragedia de haber perdido a estos hombres sigue viva, la película trata de encontrar un resquicio de esperanza.
La Mujer Paraguaya

Mientras que al hombre le corresponde salir a luchar y dar su sangre a la causa, a la mujer le corresponde tomar esa sangre y hacer crecer una semilla de ella. Paquita tiene que mantener vivo el recuerdo de su marido a través de su hijo no nacido y llevar a la nación hacia adelante. La primera escena de la película muestra a Paquita haciendo el viaje a la tumba de su marido. Está claro que su principal objetivo es honrar a su marido y que, aunque conozca a un nuevo hombre en este cementerio, éste siempre estará en segundo lugar. Cuida a este hombre como un acto de patriotismo y amor por su marido. Se asegurará de que la vida llegue al lugar donde murió su marido. Más tarde, cuando este soldado se recupera y le dice que debe irse por su propia seguridad, ella dice que no porque su hijo debe nacer en el lugar donde murió su marido. La vida vendrá de la muerte. Su último gesto de amor y patriotismo llega cuando el soldado le declara su amor. Le gustaría casarse con ella y criar a su hijo como propio, pero ella se niega. Le dice que su trabajo consiste en llevar siempre consigo el recuerdo de su marido y el orgullo de su patria. No es posible que esté con él porque sigue siendo fiel a su marido. Llevará su memoria en el futuro y educará a su hijo en su honor.