La Identidad Cubana en La Bella del Alhambra

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Sinopsis

La Bella del Alhambra (1989) se desarrolla en La Habana de los años 20 y 30 y sigue el ascenso de una joven estrella de teatro llamada Rachel. Aunque tiene suficiente talento para convertirse en la mayor estrella de su país, la política y las crisis personales amenazan su puesto en el famoso Teatro Alhambra.

Es difícil subestimar lo popular que fue realmente La Bella del Alhambra. Realizada como un homenaje al teatro cubano por Enrique Pineda Barnet, más conocido por el público internacional por su trabajo como guionista en la colaboración soviético-cubana Soy Cuba, esta película provocó prácticamente un delirio nacional en el momento de su estreno. En una isla de diez millones de habitantes, vendió tres millones de entradas, se convirtió en la primera película cubana en ganar el Premio Goya a la Mejor Película Iberoamericana y convirtió a su protagonista, Beatriz Valdés, en una estrella inmediatamente reconocible. ¿Qué tenía esta película en particular que llamó la atención de todo el mundo? Debió de captar la atención del público cubano desde el primer plano, en el que vemos una casa lujosa llena de muebles viejos, antigüedades, mucho polvo y recuerdos. Luego escuchamos a Rachel contar su historia sobre su glorioso pasado en los turbulentos años 20 y 30. Esta época de excesos que pronto se convierten en ruinas era familiar para los cubanos que se preparaban para entrar en el Periodo Especial cuando la Unión Soviética se derrumbó y quedaron en un desierto económico. La historia del auge y caída del Teatro Alhambra, donde nació la identidad artística de Cuba, no podía llegar en mejor momento.

El Teatro Alhambra

El Teatro Alhambra se inauguró en 1890, justo antes de la Guerra de Independencia cubana, y vivió su apogeo en los años 20 y 30 hasta que fue demolido en 1935, sólo 2 años después de que el infame presidente cubano Gerardo Machado fuera derrocado, así que ambos están inextricablemente unidos. Machado comenzó su reinado en 1925 y muchos se mostraron optimistas al principio, especialmente los funcionarios del gobierno estadounidense que disfrutaban de una relación cercana con el presidente. Creó programas de renovación urbana y vio crecer la economía, pero con el crack de 1929 llegó la depresión económica y la enorme caída de los precios de la caña de azúcar. Siguió una intensa represión política y atroces asesinatos a manos de la policía que provocaron protestas masivas, hasta que ni siquiera los Estados Unidos pudieron respaldar más a Machado y dimitió. El Alhambra disfrutó de todos los excesos de una década que no podía continuar.

Incluso su estrella, Amelia Sorg, que se convirtió en la base de esta película, así como de la novela Canción de Rachel, se desvaneció rápidamente en la oscuridad. Aunque nació en Nueva York, llegó a Cuba en 1898, justo cuando se habían independizado de España, y pasó de corista en el Teatro Albisu a estrella en el Alhambra. Aunque sólo se basa vagamente en Sorg, la protagonista de la película, Rachel, se enfrenta a una trayectoria similar, pero la suya está aún más entrelazada con la idea de lo que significa ser cubano. Rachel, al principio una pobre corista de La Habana, vive y muere según las diversas tradiciones teatrales cubanas y, como cualquier isleño ingenioso y ambicioso, rompe las reglas por el camino.

Rachel entra en todas partes por la puerta de atrás. Cuando se entera de que su inspiración y posterior rival, «La Mexicana», va a actuar en un espectáculo erótico y sólo para hombres en el Teatro Alhambra, hace lo único que puede hacer: disfrazarse de hombre. Luego, cuando intenta reemplazar a «La Mexicana» como la mayor estrella de Cuba, aprende a actuar con bailarinas afrocubanas que muestran sus movimientos en la calle, no en el teatro. A continuación, presenta ese estilo de baile en una actuación sorpresa tras colarse en un baile lleno de gente de la alta sociedad. Aunque se gana la adulación y el patrocinio de los hombres ricos, nunca va sobre seguro. Cuando por fin consigue ser una estrella, se disfraza de nuevo de Zorro, besa a un hombre y se quita el top. 

La Bella del Alhambra

Es un ascenso a la fama increíblemente arriesgado pero audaz, que gira en torno a la compleja identidad racial de Cuba. Ella saca los bailes y el estilo afrocubano de las calles y los lleva al teatro, pero también cuenta su historia sin su participación. Para ganar su propia fama tiene que negociar con el reconocimiento de los demás. Rachel no sólo intenta estar cerca de las comunidades negras cubanas, sino también parecer más americana con sus rutinas de flapper y más europea con las de ópera. Al igual que Cuba, su arte se debe a una mezcla de colonización y apropiación.

Pero aunque Rachel comienza esta historia con mucha esperanza, levantándose gracias a la abundancia del apoyo artístico que la rodea, su historia terminará trágicamente. Como dijo Pineda Barnet, ella, como su país, es alguien que intenta y fracasa en su intento de no ser prostituida por fuerzas más poderosas. En su ascenso, la anima un cariñoso tramoyista, Adolfito, que literalmente le demuestra la estrella que puede llegar a ser practicando movimientos con ella en el espejo. Pero su adoración no la lleva muy lejos y pronto tiene que dejarlo por hombres más ricos que no intentan preservar su talento. La siguiente vez que baila con un hombre en el espejo, éste acaba peleándose con ella y destrozándole junto con su autoestima.

Su vida amorosa está plagada de tragedias. A medida que Cuba empieza a acumular presos políticos y muertos, ella también lo hace. Su primer gran amor, Eusebio, se suicida tras sucumbir a la imposibilidad de su amor y Adolfito, una vez abandonado por Rachel, se queda sin hogar y muere trágicamente en una lluvia de balas mientras es utilizado como escudo por uno de los hombres ricos que la apuntalaban. Aunque intenta encontrar el amor en los brazos de los hombres, el único amor al que se mantiene fiel es el del teatro. Incluso cuando su mundo se desmorona, incluso cuando su pasión teatral se opone directamente a sus romances, sigue eligiéndola.

La Bella del Alhambra

Casi al mismo tiempo que Machado dimite, el teatro cierra y comienza una nueva era política, así como una nueva era en el mundo del espectáculo. El cine cubano toma el relevo y la carrera de Raquel queda obsoleta. Pero el Teatro Alhambra no es el Copacabana y esta no es la historia de una mujer enloquecida por el desamor y congelada en el pasado, como podría haber parecido en nuestra toma inicial. El mismo plano de su apartamento intacto aparece al final, cuando Rachel nos dice que, aunque nunca ha entendido la política, sí entiende al pueblo cubano. En los buenos y en los malos tiempos, han sobrevivido con tambores y cerveza. En uno de los peores momentos económicos desde la revolución, Pineda Barnet nos pide que miremos atrás. Sí, el Alhambra se convirtió en una reliquia de la era Machado que fue destruida por el cine, pero también fue revivida por él. Pase lo que pase, el pueblo cubano siempre tendrá sus tambores y su cerveza.

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