El Crimen del Padre Amaro y la Iglesia

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Sinopsis

El Crimen del Padre Amaro (2002) arranca cuando un joven cura es enviado a Almada para ayudar a cuidar al anciano Padre Benito. Una vez allí, comienza un romance con una feligresa adolescente y pronto se convierte en un arma egoísta de la iglesia llevando a la excomunión de un cura y a la muerte de su amante.

La historia de El Crimen del Padre Amaro tenía ya más de 100 años cuando fue adaptada en 2002. Publicada originalmente en 1875 por José Maria de Eça de Queiroz en Portugal, se hizo famosa por su tema y descripción de la Iglesia controvertidos. Su popularidad y resonancia fueron inmediatas para muchos lectores de finales del siglo XIX, que encontraron ecos de Emile Zola en su historia de amor prohibido y normas sociales inmorales. Años después, Alfredo Ripstein la leería e intentaría convertirla en película con su exitosa compañía de producción, Alameda Films, fundada en los años 40. Aunque fue una de sus primeras y más apasionadas ideas, acabaría convirtiéndose en su último proyecto. Contrató al veterano escritor Vicente Leñero, quien acababa de publicar una novela muy bien recibida en la que satirizaba la corrupción del PRI, La Ley de Herodes. Su trabajo en la película fue tan singular que el guión de esta adaptación se convertiría a su vez en su propia novela un año después. Con Gael García Bernal, una estrella que ya se había hecho un nombre internacional protagonizando películas política y sexualmente provocativas, éste era el reparto y el equipo perfectos para dar vida a esta novela portuguesa.

El Crimen del Padre Amaro

El público mexicano también estaba, por fin, preparado para esta película como hasta ese momento no lo había estado. Dos años antes, Vicente Fox había sido elegido como primer presidente no perteneciente al PRI desde 1929. Aunque el cambio estaba a la vista y muchos mexicanos estaban dispuestos a deshacerse de muchas instituciones que antes ostentaban el poder, había una institución que había ido creciendo desde principios de los años noventa. Gracias a revisiones significativas de la Constitución en 1992, se eliminaron muchas leyes que limitaban los poderes de la Iglesia, incluidos los artículos que obligaban a que tanto la educación privada como la pública fueran laicas y los que negaban a la Iglesia cualquier estatus legal, la libertad de asociación, la libertad de expresión y el derecho al voto. A escala mundial, muchos católicos tuvieron que enfrentarse a una enorme corrupción cuando el escándalo de los abusos sexuales a menores fue destapado por The Boston Globe a principios de ese año. Como escriben los historiadores italianos Savarino y Mutolo, “no es casualidad que la película anticlerical El Crimen del Padre Amaro haya tenido una buena acogida del público en México, pues refleja sensaciones y aprensiones muy difundidos entre largos sectores de la población.”

Como resultado de estos tiempos turbulentos, la película resultó ser tan controvertida como la novela en el momento de su estreno. Muchos, incluida la Iglesia y un grupo político ultraconservador, Pro Vida, declararon: ” Ojalá que nuestras autoridades muestren capacidad de discernimiento y sentido común, y no permitan que esa película se exhiba en público”. Esto se debe en gran parte a los cambios tan vitales introducidos con respecto a la novela. Queiroz no presenta al padre Amaro hasta el tercer capítulo, cuando ya ha permitido que el lector se forme una mala opinión de él. Es un joven sin rumbo, quien fue empujado al sacerdocio por sus patrones aristocráticos y que ya ha demostrado ser egoísta. El comienzo de la película es totalmente distinto. Se le presenta casi inmediatamente y se muestra como una persona de buen corazón cuando, después de que asaltan el autobús en el que viaja, decide dar dinero a un anciano. La Iglesia no magnifica su maldad, sino que la crea.

Su obediencia ciega ante la esperanza de convertirse en un cura poderoso que pueda influir para cambiar las cosas le lleva a la ruina moral. Aunque comienza como un joven cura ingenuo y puro, las órdenes directas de su obispo le llevan por mal camino. Cuando se ve obligado a escribir una refutación a la revelación del periódico local sobre la asociación conocida del padre Benito con los narcos locales, no se opone y su cobardía sólo crece a partir de ahí. Cuando el periódico le dice que puede optar por no publicar el artículo, tampoco se opone. Sólo alude al hecho de que pueden tener problemas con la publicidad más adelante. Cada vez que se enfrenta a un desafío, puede confiar en las estructuras de la Iglesia. Después de besar a Amelia por primera vez, ella va a la confesión y él le pregunta cuáles son sus pecados. Cuando ella replica preguntando cuáles son los suyos, él no dice nada. El confesionario sólo puede ir en una dirección. Incluso cuando el padre Benito se entera e intenta enfrentarse a él, lo hace confesándose los pecados de Amaro.

El Crimen del Padre Amaro

Cuando Amaro se reencuentra con el viejo del autobús al final de la película, es una persona completamente distinta. Aunque es más respetado por la Iglesia, se ha convertido en alguien que obligaría a su amante secreta a abortar para aliviarse. Los adiciones modernas, como el aborto, añaden color y relevancia que era necesario para esta adaptación. Hacer que esta vieja novela portuguesa fuera comprensible para el público mexicano contemporáneo requería también la inclusión de otros dos aspectos: los narcos y la teología de la liberación, que permiten un destino muy diferente para el padre Ferrão (Natalio en la película). En la novela, el padre Ferrão es el único cura simpático y consuela a Amelia. Su equivalente en la película, el padre Natalio, es mucho más activo políticamente y, por tanto, más despreciado y castigado. Aunque el padre Benito está vinculado a los narcos y Amaro tiene una amante, es él quien es excomulgado por alojar a guerrilleros y predicar contra los narcos.

Mientras tanto, el padre Amaro se vuelve cada vez más admirado dentro de la Iglesia, incluso a medida que crece su egoísmo. Al igual que muchos otros curas que finalmente fueron denunciados en esta época, es absuelto por el silencio de sus testigos. Getsemaní, quien es discapacitado mental, y el padre Benito, quien sufre una caída, no pueden hablar contra él. Aunque el padre Benito está a las órdenes de los narcos, el padre Amaro todavía logra ser peor y dejar más víctimas a su paso. Está claro que la estructura de la Iglesia es más malvada que los narcos y la víctima final es Amelia. Ella se convierte en la mártir involuntaria e impía de la historia. Aunque vivió su vida con total devoción a Dios, deja que eso la lleve a una peligrosa relación amorosa para finalmente ser desechada fácilmente y violentamente.

El Crimen del Padre Amaro

Sin la ironía de la novela, la película opta por el melodrama y convierte a Amelia en una figura casi santa, en lugar del personaje complicado que aparece en la novela. Mientras que la novela de Queiroz persigue tanto a la Iglesia como a los liberales, al periódico y a tantos otros, el melodrama de la película sólo permite una moral en blanco y negro. En una época de creciente poder eclesiástico y animosidad, es natural que la película sacrifique la sutileza en aras de un desmantelamiento más satisfactorio. Es una gran razón por la que esta película fue un éxito en taquilla y en los premios Arieles. También es la razón por la que, al compararla con otras películas sexualmente provocativas de Gael García Bernal de la época, como Y Tu Mamá También, no ha quedado tan memorable. Realizada en un momento en que la gente necesitaba oírla, El Crimen del Padre Amaro puede ser una historia renovada, pero sólo podía avanzar hasta cierto punto.

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