Macario y el Día de los Muertos

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Sinopsis

Macario (1960) presenta la historia del personaje titular, un pobre leñador indígena que empieza a lamentarse de su baja calidad de vida en el Día de los Muertos. Le revela a su mujer que no volverá a comer si no puede cumplir su único deseo: comerse un pavo entero sin tener que compartirlo. Ella le roba uno y, cuando empieza a comérselo, el Diablo, Dios y la Muerte intentan tentarle para que lo comparta. La Muerte (en la forma de un campesino) le gana y a cambio le da a Macario un agua milagrosa que le permite curar cualquier enfermedad. Con este don, Macario se hace rico, pero pronto la Iglesia empieza a sospechar de sus actividades y la Muerte ya no puede ayudarle.

Macario no fue sólo la primera película mexicana nominada al Oscar a la mejor película extranjera, sino también la primera película latinoamericana en recibir este galardón. Dirigida por Roberto Gavaldón y fotografiada por Gabriel Figueroa, esta película llegó al final de la Edad de Oro del cine mexicano y ofrece una visión única del Día de los Muertos en México. En los primeros segundos de la película, se intenta definir qué significa esta festividad y por qué es tan importante para el pueblo mexicano. Una introducción escrita en la película detalla su historia de la siguiente manera: “El Día de los Muertos es celebrado en México de manera singular debido a que el mexicano tiene arraigado un sentido muy peculiar de la muerte. Hace juguetes en forma de esqueletos, pan de muertos, calaveras de azúcar o de chocolate. En este día colocan en sus casas ofrendas de flores y alimentos para que sus deudos coman y beban. El culto a los muertos data entre los indígenas de México, de ocho mil años, pero durante los siglos XVI y XVII sus costumbres y creencias se mezclaron con las del cristianismo por lo que sus ritos y prácticas son hasta nuestros días una combinación de las dos culturas.”

La Calavera Catrina de José Guadalupe Posada

La película representa un cambio importante en la representación del Día de los Muertos en el cine mexicano. Antes era sólo un telón de fondo que formaba parte del laberinto de la identidad mexicana. En Macario, es algo que mueve la trama de la película. No es un adorno. Es extremadamente importante. Aunque fue adaptada de una novela de un hombre misterioso que muchos creen que nació en Alemania, llamado B. Traven, y basada en cuentos de los hermanos Grimm de Alemania, la relación de la película con la muerte es únicamente mexicana y requiere una comprensión de la festividad. Como se afirma en la introducción de la película, el día tiene sus raíces en el Día de Todos los Santos del catolicismo, así como en el ritual azteca conocido como Miccaihuitl, en el que se honraba a los muertos de una familia y se celebraba la cosecha de la temporada simultáneamente.

Aunque sus raíces se remontan a miles de años atrás, la fiesta que conocemos hoy nació a principios del siglo XX con la ayuda de artistas con conciencia política como José Guadalupe Posada. Saliendo de la dictadura de casi 40 años de Porfirio Díaz, Posada empezó a dibujar las famosas imágenes de calaveras sonrientes que influirían la celebración del Día de los Muertos durante años. Puede que no lo parezca, pero las imágenes eran extremadamente políticas y pretendían ser una crítica de las clases altas. Posada quería demostrar que las élites que se creían mejores que todos eran igualmente mortales. Al presentar así al dictador y a sus partidarios, señalaba la arbitrariedad y la violencia de la desigualdad social. El esqueleto mostraba la igualdad en la muerte y que no había diferencia entre un muerto rico y un muerto pobre. Los esqueletos de juguete y la pintura facial se arraigaron en las celebraciones y, tras la llegada de Lázaro Cárdenas a la presidencia de México, la festividad se alejó aún más de sus raíces cristianas y comenzó a verse principalmente como una forma de celebrar la identidad nacional mexicana y sus raíces indígenas.

Macario

Al seguir a un indígena pobre y las desigualdades a las que se enfrenta en los momentos antes de la festividad, la película intenta interactuar con las ideas de artistas como Posada y utilizar la estética espeluznante para responder a preguntas sobre la muerte y el azar del destino. Ver las marcadas diferencias entre las ofrendas que se dejan a los muertos ricos y a los pobres despierta algo en Macario. Los ricos no sólo tienen mucha más comida en sus ofrendas, sino que están bloqueadas por una jaula para que ningún pobre pueda comerlas. Cuando Macario se va a dormir esta noche, sueña con esqueletos que bailan. Él es el titiritero y los hace comer y beber, pero pronto se convierte en una pesadilla. De repente, una jaula separa a los esqueletos y su mujer le despierta al oírle suplicar que le deje un pedazo. Debido a las celebraciones desiguales, Macario empieza a creer que el triunfo sobre el hambre y el triunfo sobre la muerte son lo mismo.

Si consigue comerse el pavo solo, sellará su destino y vivirá en una jaula dorada en la vida eterna. Al final de la película, vemos lo equivocado que era. Cuando la Muerte le invita a su cueva, no hay jaulas. Allí, la Muerte le explica la regla suprema. La vida de cada persona está representada por una vela y cada vela está hecha de un material único. Los vientos de las plagas y la guerra soplan cada una de ellas en secuencias aleatorias sin mucho pensamiento ni razón. No hay segregación en la caverna de la Muerte. En el tiempo entre este descubrimiento y su primer encuentro con la Muerte, Macario ha recorrido un largo camino. Se ha hecho rico gracias al don mágico que le ha dado la Muerte y ha triunfado sobre el hambre. Pero es su triunfo lo que le lleva más cerca de la muerte. Cuando la Iglesia fue alertada de sus poderes, se sintió muy amenazada. Macario utilizó sus habilidades de una forma más democrática, pidiendo a quien lo necesitaba que pagara lo que pudiera. De este modo, se convirtió en un hombre rico y puso en peligro su vida. Vivir como un hombre rico o pobre no hace alejar a la Muerte.

Macario

La película examina estos mitos y las ideas mexicanas sobre la muerte. Según el famoso escritor mexicano Octavio Paz, “El mexicano, en cambio, frecuenta [la muerte], la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente. La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida”. Para Macario, la muerte es lo único de lo que puede estar seguro. No sabe si debe compartir su comida con el Diablo o con Dios en el bosque, pero no duda en hacerlo con la Muerte. Incluso la naturaleza del don de la Muerte lo diferencia de cualquier otra iteración en la literatura o el cine. La mayoría de los dones en la literatura permitirían al protagonista ir por la vida con una especie de velo, oculto de la muerte el mayor tiempo posible. Este don requiere que Macario entre en contacto con la Muerte frecuentemente, ya que se manifiesta a los pies o a la cabeza del moribundo. Su don los convierte en compañeros.

Esta relación curiosamente cercana con la Muerte culmina en el prolongado encuentro final entre ambos. Tras fracasar en su intento de curar al hijo del virrey, Macario escapa al bosque y se encuentra con la Muerte en su cueva. Le pregunta por qué la Muerte le traicionó y ésta le declara que no lo traicionó y que ahora está con él más que nunca. A Macario lo hace ver que su tiempo en la Tierra está llegando a su fin y, mientras Macario escapa, pasamos a una escena en la que su mujer y otros vecinos del pueblo lo buscan. Ella lo encuentra y supone que está durmiendo tranquilo, pero luego ve que está muerto y que a su lado hay un pavo a medio comer. ¿Ha sido todo un sueño? ¿Murió Macario de hambre antes de poder comer? Si es así, la Muerte tenía razón. Esto no fue una traición. El destino es aleatorio y, aunque Macario nació pobre, su nombre significa “supremamente bendecido”. Su destino ya estaba sellado antes de tocar el pavo. Iba a morir y, por su acto de bondad, la Muerte le dio la oportunidad de comprender la igualdad de la mortalidad y los secretos que ningún hombre había escuchado antes.

Macario

Todo este descubrimiento no nace de las ruinas antiguas de Jerusalén o Belén como en las escrituras católicas. Se trata de una especie de magia que nace del suelo mexicano. Macario explora la espiritualidad de una nación y no de una religión internacional. Encuentra a Dios, al Diablo, a la Muerte e incluso un portal al submundo en un bosque mexicano. La gente del pueblo puede discutir si Macario obtuvo su poder de la Virgen María o del Arcángel Gabriel, pero los personajes del cristianismo no tienen lugar en este relato. La política y la espiritualidad de esta fiesta son únicas en el sentido de identidad de México y, a través de la historia de este pobre indígena, se examinan y critican de una forma que puede desmitificar lo real y convertir en fábula los orígenes de una nación.

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