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Sinopsis
La Frontera (1991) sigue a Ramiro, un profesor de matemáticas que es forzado a vivir en el exilio dentro de su propio país tras denunciar la desaparición de un colega. Allí conoce a unos habitantes extraños y se enamora de una emigrante española obstinada, Maite.
La Frontera fue la primera película realmente exitosa de la era post-Pinochet, ya que fue un éxito crítico y batió récords en taquilla. A primera vista, es difícil entender por qué. No es un thriller político con sorpresas inesperadas, ni se centra abiertamente en la tortura y las violaciones de los derechos humanos del régimen. Pero tampoco es una película apolítica para complacer al público. La película existe entre estos dos espacios. Toda la película trata de conectar planos que de otro modo serían ajenos. Se sitúa entre dos leyendas chilenas, la de la Frontera y la del exilio interior. La Frontera es la región del sur de Chile que fue la última en caer bajo el control español y que aún contiene mucha cultura e influencia mapuche. Esa vieja leyenda se mezcla con la nueva, el exilio interior, la práctica de castigar a los disidentes expulsándolos a los lugares más inhabitables del país. Esto es lo que convierte a la película en algo único. Conecta estas leyendas, diferentes periodos de tiempo y personas bajo la misma ola de fascismo.

Siendo una historia de leyendas nacionales, su comienzo es extremadamente intenso, pareciendo desencadenar un relato mitológico de heroísmo. Nuestro héroe, Ramiro, es transportado al exilio en coche con dos policías conversadores. Se discute ampliamente sobre quién y qué debe ser celebrado en Chile. Se detienen en un monumento con la bandera chilena construido con flores en la esquina de O’Higgins y Prat, dos héroes de la lucha por la independencia de Chile. Después hablan de la bandera y de cómo el himno entra en la lista de los mejores del mundo. Es el road trip más superficial y nacionalista. Todo el esfuerzo termina con un viaje a través de un río brumoso con un guía borracho, como si Ramiro fuera un héroe homérico viajando a través del río Estigia. Cuando por fin cruza, el superintendente de la ciudad se refiere a él como un terrorista peligroso.
Tras su odisea hasta el pueblo, conoce la leyenda del maremoto anterior y el océano cercano que da un aire de misterio y peligro a la ciudad. Representativo tanto del rápido ascenso del fascismo como de una especie de diluvio bíblico, fusiona los temores a la ira de Dios con la propia maldad política de la humanidad. El agua, que encierra un gran poder de destrucción, también encierra la historia y las leyendas de la nación. Cuando Ramiro bucea en el océano, encuentra una estatua del “Abrazo de Maipú”, un artefacto mapuche. Los misterios metafóricos del agua también tienen consecuencias reales. Ignacio, el padre de Maite, no ha vuelto a ser el mismo desde el último maremoto y sufre ilusiones por ello. Cree que aún puede visitar España y “viaja” allí con regularidad.
Así, la leyenda del océano está conectada con la política real y épica. Estos dos países también están conectados por una figura chilena legendaria pero muy real, Pablo Neruda. Este famoso poeta chileno quedó marcado por sus experiencias durante la Guerra Civil española, que le convirtió en comunista de por vida. En su país también fue un hombre comprometido políticamente, y se dice que murió de un corazón roto poco después de la instauración del gobierno de Pinochet. También es un actor invisible pero importante en esta historia, ya que fue él quien financió el viaje de Maite, su padre y muchos otros refugiados de España. Puede que el simbolismo del agua sólo señala la presencia inquebrantable del fascismo, pero Neruda pide más: solidaridad con el otro perdedor en la lucha contra el autoritarismo, así como una continuación de la lucha de la izquierda en todo el mundo.

Esta continuidad también la realiza Ignacio. El sótano de su casa está lleno de reliquias de la guerra. Tiene un cuadro del “Guernica” de Pablo Picasso y recortes de periódicos de la época. También la acompaña el recuerdo constante y agónico de la batalla de Durango, una de las pérdidas más devastadoras para el ejército republicano español. Hay que honrar esta conexión, pero también hay que hacerlo en su justa medida, ya que esta devoción constante puede llevar a la locura. Lo vemos con Ignacio y sus viajes ilusorios a España, es decir, al borde de los acantilados, y con el ayudante del buzo borracho que bebe hasta morir. Incluso Maite hace todo lo posible para proteger la naturaleza idílica del pasado cuidando de la casa antigua de ella y de su padre que ha sido destruida por el maremoto.
Sin embargo, esta película no trata sólo de las características salvajes de las leyendas. La Frontera muestra que, de cerca, las leyendas parecen muy diferentes. Entre la niebla profunda y los vientos ruidosos, podemos ver la cotidianidad de esta gigantesca ola de opresión. Los superintendentes, los todopoderosos y odiosos guardianes de nuestro héroe, son en realidad cómicamente incompetentes. Más que los guardianes del inframundo, se parecen a los Tres Chiflados, con su obsesión desquiciada por hacer que Ramiro registre su asistencia todos los días, incluso cuando tenga fiebre y los dos sufren un ataque de pánico colectivo. Son representativos del abuso generalizado del poder del Estado, así como de las formas más sutiles de tortura. Cada acontecimiento traumático se ve en una escala cómicamente pequeña. Su ineptitud alcanza su límite cuando la familia de Ramiro les visita, pero los superintendentes no les permiten cruzar al pueblo, así que tienen que gritar al otro lado del río y acaban enfrentados en una pelea a gritos, mostrando cómo la separación forzada lleva a la disfunción familiar.
No es sólo que los superintendentes son mucho menos aterradores, sino que Ramiro también es mucho menos heroico. Es muy honesto sobre el hecho de que no es un luchador disidente comprometido, sino simplemente un profesor de matemáticas que firmó una petición. ¿Eso lo hace peligroso? Según el superintendente, es un terrorista y, según Ignacio, habría bastado con que Franco le hubiera disparado, así que ¿quién sabe? Incluso cuando viaja con policías chilenos, sus enfrentamientos son punzantes pero pequeños, ya que les corrige cuando le llaman profesor de “math” y no “matemáticos”, oponiéndose a la creciente influencia estadounidense aclamada por Pinochet. Ramiro es un héroe sutil en parte debido a circunstancias externas.

Aunque Pinochet había perdido el referéndum de 1990, seguía ejerciendo un poder político significativo en el momento del estreno de esta película. Por ello, la lucha de Ramiro sigue siendo sutil… hasta el final. Tras haber sufrido una tormenta que acabó con la vida de Maite e Ignacio justo el día antes de su salida del exilio interior, no tiene nada que perder. Es en ese momento cuando un equipo de rodaje de Santiago le reconoce y le pide una entrevista. Explica por qué fue obligado al exilio interior y reafirma su disidencia. El público lo ve a través de la lente de una cámara digital, una máquina de la nueva época, tanto tecnológica como políticamente. Esperamos que este nuevo mundo reinvente su relación con las leyendas y encuentre valentía en lo ordinario.
One response to “La Frontera: Una Extraña Historia de Exilio”
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