La Caída: La Plaga de la Inocencia o la Promiscuidad

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Sinopsis

La Caída (1959) sigue a Albertina, una estudiante universitaria de una familia burguesa que decide alquilar una habitación en Buenos Aires y vivir con una familia de cuatro niños revoltosos y su madre postrada en la cama. Cuando un abogado misógino se enamora de ella, le ofrece un ultimátum: él o la familia. Atrapada entre dos futuros difíciles, Albertina tendrá que encontrar la manera de escapar y encontrar la felicidad.

En la segunda obra de la Trilogía Gótica de Leopoldo Torre Nilsson, se inspira, una vez más, en la novela de su esposa, Beatriz Guido. Esta novela autobiográfica se centraba en las propias experiencias de Guido como joven estudiante en Roma después de la guerra. Torre Nilsson simplemente transpuso el horror y los escombros de Roma a la políticamente caótica Buenos Aires y juntos añadieron más metáforas inquietantes y feroces para resaltar sus propios puntos de vista sobre lo que significa la caída de una joven. En la literatura tradicional, la caída de una joven se refiere a la pérdida de su virginidad y a la entrada en una vida de promiscuidad. Torre Nilsson y Guido tienen otras ideas. Para ellos, la caída es igualmente espantosa cuando se refiere a la caída en la domesticidad y al encierro que sufren muchas mujeres en sus propios hogares.

La Caída

Nuestra primera mirada a la vida familiar es bastante oscura. La película comienza con Albertina caminando por un pasillo oscuro mientras que las paredes se cierran en torno a ella. Viene a preguntar por la habitación. La familia es una visión de casa de la risa respecto a la domesticidad. El hijo y la hija mayores son caricaturas de una esposa obediente y un marido irritable. Este comportamiento sería perdonable si no fuera por el estado lamentable de su madre. Desde la desaparición de su padre, ella permanece postrada en la cama y apenas es capaz de hablar. Igualmente dependiente y asustada de sus propios hijos, ofrece a Albertina una advertencia, diciendo que son unos mentirosos pervertidos, pero ella no le hace caso y la trampa bajo sus pies simplemente se hace cada vez más amplia.

En una ocasión, Albertina llega a casa y encuentra las caras de los niños cubiertos de comida y su valija abierta con objetos tirados por la habitación. Esta horripilante parodia de la vida familiar continúa en sus cenas. Verlos fingir que son adultos normales es como ver a los mendigos de la película de Buñuel, Viridiana, representando “La última cena”. Pronto, su teatro preocupa cada vez más a Albertina. Descubre que Gustavo, el hijo mayor, sale a trabajar al muelle vendiendo ropa interior femenina usando trucos de vendedor barato y queda repugnada. Pero su asco se convierte en terror cuando encuentra a la madre muerta. Había sucumbido a su enfermedad, pero sus hijos habían acelerado el proceso, ya que habían decidido encerrarla en su habitación mientras gritaba. Su complicidad desconcierta a nuestra protagonista y la continua ausencia de su tío Lucas, un aventurero que envía dinero cada mes, escandaliza al público.

Esta caricatura doméstica puede ser difícil de reconocer, pero tiene raíces profundas en el pasado de Albertina. En un flashback, vemos que los horrores de su crianza privilegiada no eran tan obvios, pero existían de todos modos. Siendo un tímido ratón de biblioteca, su padre tradicional le lanzaba cumplidos crípticos, diciéndole que era una de las últimas chicas buenas que quedaban. Asimismo, su abuela y sus tías, de carácter autoritario, intentan moldearla a su imagen y semejanza e ignoran cualquier individualidad que tenga. Aunque ha tenido el coraje de alejarse de ellas y mudarse a un apartamento que ellas detestarían, no puede escapar de sus juicios. Su pasado y la perdición inminente de su futuro la persiguen.

La Caída

Las calles de Buenos Aires, sin embargo, son igualmente peligrosas para ella. Allí conoce a José María. Cuando se encuentran en una biblioteca, él se presenta inmediatamente como un misógino insoportable y le implora a Albertina que no compre un libro de Proust y que, en cambio, consulte un texto histórico revisionista sobre la vida del infame dictador argentino Juan Manuel de Rosas. Sólo habla de sí mismo y, cuando le hace preguntas, son de un tono condescendiente. Sus citas consisten en que él le expone sus creencias retrógradas, diciéndole que le preocupa que la unidad familiar esté en peligro que la mayoría de las mujeres de hoy en día son demasiado frívolas y que las del sexo opuesto no deberían ser amigos.

Sus ideas y su comportamiento se vuelven cada vez más reprobables y, de repente, su trampa se convierte en un abismo. Muestra poca simpatía por los niños y poca consideración para ella. Tras pasar la noche en un salón de baile y quejarse del estado del mundo, José María intenta violarla y no lo logra. Éste es el momento crucial en el paso de Albertina. No ha caído y perdido su virginidad, pero su rechazo sólo ha hecho que José María esté más enamorado de ella. Le pide que se case con él y queda claro que el verdadero horror no fue el asalto, sino la trampa de la domesticidad y el estar encerrada junta a él para la eternidad.

Cuando finalmente rompe con él, hace referencia a esta caída y por un segundo sentimos una sensación de alivio, pero la misteriosa y omnipresente atracción por el ausente Lucas es difícil de combatir. Él es lo que el famoso crítico de cine argentino Gonzalo Aguilar describe como “el fantasma de su propio padre, amante de los libros y de la bohemia”. Su distancia y el control que eso genera impiden el escape de Albertina. Es cuando él regresa brevemente que ella toca fondo. Después de desahogarse por primera vez sobre lo que creía que era un caso de matricidio, sufre un colapso. Lucas la consuela y la besa y la acuesta en la cama junto a uno de los niños.

La Caída

En lugar de hundirse y sumirse en un sueño profundo, se despierta de esta pesadilla y escapa del apartamento. Puede que haya caído en la tentación de estar con Lucas, pero no en la idea de ser su esposa. Ella sería abandonada en una habitación con niños imprudentes mientras que él se dedica a sus propias aventuras. En este sentido, la película sale victoriosa. Ella ha escapado de un destino que su madre y tantas otras mujeres no pudieron. Sin embargo, Torre Nilsson no nos deja con su imagen, sino con la de los niños.

Cuando Lucas ve que Albertina se ha ido, sale corriendo a buscarla y la cámara se desplaza hasta la ventana donde los niños están mirando y escuchando un disco que él les había enviado previamente. En el disco, Lucas narra cómo va su viaje y les asegura que un día volverá y cumplirá con todas sus responsabilidades. Las últimas palabras de Gustavo en la película son “solo otra vez”. No hay nadie quien les ayude. Torre Nilsson creía que uno de los objetivos centrales de esta película era establecer un puente entre el mundo de los adultos y el de los niños. El miedo a la caída no puede ser la fuerza que guíe el progreso. Para Torre Nilsson, el miedo es un sentimiento extremadamente egoísta que anima a los individuos a dejar atrás a los demás. Albertina hizo lo que era mejor para ella, pero los niños siguen condenados a un destino que no merecen. La caída de ellos no tiene nada que ver con la pureza ni la domesticidad, sino con la oscuridad y la locura. ¿Quién los salvará?

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