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Sinopsis

Basada en las memorias homónimas de Fernando Gabeira publicadas en 1979, O Que É Isso, Companheiro? (1997) presenta una versión ficticia de Gabeira cuando se enrola en un grupo de milicianos tras el ascenso de la dictadura militar brasileña. Cuando su amigo y camarada es secuestrado durante el atraco a un banco, decide secuestrar al embajador estadounidense para conseguir su liberación. Aunque la operación de secuestro tiene éxito, empieza a dudar de sus creencias y de la moralidad de la lucha armada.

En gran medida, los males políticos de Brasil no son singulares para la región, pero en un aspecto, el país se ha desviado completamente del grupo. En 1979, en plena dictadura y diez años antes de que se celebraran las primeras elecciones libres, el gobierno aprobó una ley de amnistía que permitía a los activistas exiliados regresar al país, pero también protegía a cualquier miembro del gobierno que hubiera violado los derechos humanos. Esta ley desconcertó a la derecha y a la izquierda de Sudamérica, y muchos se preguntaron: ¿Qué significa amnistía en Brasil? La idea apareció por primera vez durante la dictadura como una demanda intermitente de la oposición. Luego se convirtió en un símbolo que unificaba a toda la sociedad civil en contra del gobierno y a favor de la democracia. Por último, se convirtió en un símbolo de reconciliación nacional.

Según Alessandra Carvalho y Ludmila da Silva Catela, “La memoria que predomina y se activa respecto a la ley de amnistía está relacionada con las imágenes de retorno de los exiliados y la liberación de presos políticos. En contrapartida, hay un silencio profundo respecto a los beneficios de perdón que esta ley otorgó a militares y agentes de las fuerzas de seguridad.” Los rostros felices de tantos disidentes que regresaban distrajeron a muchos de las complejidades de esta ley, mientras los que estaban en el poder teorizaban aún más sobre lo que esta ley podía significar. Para los líderes de la campaña pro amnistía de Brasil, era un paso necesario en el camino hacia la democracia, y para el gobierno militar, era una pequeña recompensa que esperaban que solucionara el asunto de los abusos contra los derechos humanos y les permitiera seguir como siempre.

Cuando Fernando Gabeira publicó sus memorias, O Que É Isso, Companheiro?, sobre el período de su vida en que formó parte de la resistencia armada en 1979, se convirtió en el símbolo de este nuevo tipo de amnistía y la puso realmente a prueba al convertirse en un bestseller. Gabeira, quien más adelante sería diputado federal de Río de Janeiro entre 1995 y 2011, describe a la milicia de izquierdas como una pieza importante en la lucha contra la tiranía, pero imperfecta, y describe a la policía no como malvada en sí misma, sino como instrumento de un Estado violento. En su opinión, aunque estos revolucionarios a veces estaban equivocados, siempre fueron racionales y moralmente rectos. En consonancia con la política de la época, Gabeira se aleja de las largas y horripilantes descripciones de la tortura. Muchas de las víctimas de la tortura son representadas como una masa sin rostro. En aquella época, era más importante centrarse en el triunfo de la ideología que en las tragedias del pasado.

Cuando estas memorias fundamentales se adaptaron al cine en 1997, su mensaje era totalmente distinto. Realizada por Miramax y dirigida a un público internacional, la película recibió una reacción entre mixta y negativa en Brasil, donde muchos críticos escribieron que, aunque fue presentada como una historia verídica, era más bien una versión de una versión de la verdad. Aunque Gabeira sólo dedicó un capítulo de su libro al secuestro del embajador de los EE.UU., Charles Burke Elbrick, esos hechos se convierten en el foco entero de la película. Pero parece natural que unas memorias llenas de anécdotas y reflexiones filosóficas hayan sido reducidas a un suceso emocionante para su adaptación cinematográfica.

La mayor desviación de las memorias proviene de la propia filosofía del director Bruno Barreto. Su objetivo al hacer la película era permanecer apolítico. En sus propias palabras: “No tengo mucho respeto por artistas políticamente comprometidos, que tienen un discurso ideológico, creo que esto es extremadamente pobre y limitador”. Quitar la política de una historia no crea una historia más basada en la conducta humana que en la ideología de los libros. La política no puede borrarse, sólo cambia de lado. Sin una ideología política racional, el origen de la milicia se vuelve confuso y esta historia muy real de opresión se convierte en melodrama. Tomemos, por ejemplo, la introducción de la película. Vemos las caras felices de los playeros y aficionados al fútbol brasileños en los años anteriores a la dictadura. En sus memorias, Gabeira no recuerda las alegrías anteriores a la dictadura, sino el golpe de Estado de 1973 que conmocionó al continente. Barreto quiere que olvidemos el contexto más amplio de esta lucha y que, a su vez, confundamos el mensaje de estos guerrilleros.

Puede que la introducción nos diga que las cárceles están llenas de presos políticos y que las calles están llenas de activistas, pero no se nos dan ejemplos ni razones para la disidencia. No se nos dice explícitamente qué vías de cambio podrían funcionar, pero sí que la resistencia armada sólo legitima el golpe. Sin ningún tipo de racionalidad para los orígenes del grupo, la milicia se convierte en algo totalmente motivado por la emoción y no por el pensamiento lógico y estratégico. Según la película, la única razón por la que Gabeira tuvo la idea de secuestrar al embajador fue porque su amigo había sido capturado en un robo bancario y quería encontrar una manera de conseguir suficiente presión para liberarlo. Los únicos pensadores racionales del grupo son descritos como personas malvadas y sin sentimientos. Jonas, el nuevo líder de São Paulo, suele dirigir con pensamiento racional, pesando las vidas humanas con las ganancias del grupo y prohibiendo la desobediencia. Esta mentalidad de grupo sólo consigue quebrar la psique de muchos de sus más devotos seguidores.

Los que en realidad causaron más daño, los militares y los enviados estadounidenses, no parecen tan malvados como Jonas. El embajador Elbrick aparece como el ideal de la democracia. Sólo hace su trabajo, cree que los Estados Unidos no deben apoyar a países no democráticos y no sabe nada de ningún programa de tortura dirigido por los Estados Unidos. Hay escenas breves de tortura, y aun así son ejecutadas por mandos intermedios que no tienen ningún interés ideológico en el asunto. No hay ninguna figura malvada de la CIA que haga que Gabeira y sus camaradas parezcan algo más que niños burgueses en busca de diversión. No hay villanos en el otro bando. De hecho, antes de que Elbrick sea capturado, hace un comentario sobre la época en que estuvo trabajando en Rumanía y que, aunque fue tumultuosa, “incluso los vampiros reconocen la inmunidad diplomática”. Puede que los torturadores apoyados por el ejército sean malos, pero los guerrilleros son peores que los vampiros.

Los defectos de esta película se hacen aún más evidentes cuando se compara con una película similar sobre un grupo guerrillero en Sudamérica, Estado de Sitio. Aunque la mayoría de los nombres de esta película están cambiados, esta película francesa de 1972 dirigida por el maestro del cine político, Costa Gavras, sigue al grupo guerrillero uruguayo, los Tupamaros, mientras secuestran a Dan Mitrione, un funcionario del gobierno estadounidense enviado para entrenar a la policía local en la tortura. Gavras, que entiende que cada acción es política, es capaz de elaborar una historia que comprende los defectos de un movimiento y sus razones. Si las leyes de la física dictan que con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contrarial y opuesta, en esta película queda adecuadamente demostrado. O Que É Isso, Companheiro sólo parece demostrar que cualquier intento de crear un mundo apolítico sólo refuerza las acciones de los que están en poder.